Volvíamos con un amigo de la provincia de San Juan hacia la provincia de Córdoba, anteriormente habíamos estado en la Rioja. Era cerca de la media noche, yo venía conduciendo en ese momento y mi amigo durmiendo. En un cruce, en vez de tomar hacia la derecha me fui en dirección contraria. No vi la señalización, que según yo no existía. Aunque tenía serias dudas de que ese fuera realmente el camino seguí conduciendo hasta que llegando a la entrada de la ciudad de la Rioja, mi amigo se despertó y me preguntó donde estábamos. Cuando le dije que habíamos vuelto a la Rioja sencillamente creyó que le estaba haciendo una broma (Bueno, la broma me la siguen haciendo ellos a mí hasta el día de hoy. Esas cosas no se olvidan), obviamente se dio cuenta que estaba muy lejos de ser un chiste. La realidad es que el reloj tampoco nos favorecía a razón de nuestros compromisos y el haber hecho 300 Km. de más no nos ayudaba mucho a resolver el problema. ¿Cuáles eran los pasos a seguir? Obviamente regresar por donde habíamos venido hasta encontrar el camino correcto y dirigirnos a casa, en esto no teníamos opciones valederas.
Por el contrario a las decisiones prácticas y lógicas de esta historia, en nuestras vidas manejamos otros tipos de procedimientos. Creo que nos hemos perdido en algún cruce, no hemos visto la señalización que nos indicaba por donde teníamos que ir y seguimos conduciendo hacia donde nos lleva el camino, aun cuando tenemos dudas de que sea el correcto.
El problema grave no radica en haberse perdido, aunque eso ya es bastante malo, sino en que ahora nos hemos quedado en medio de la ruta llorando las penas de los errores pasados y no sabemos cómo volver o lo que es peor ¡No queremos hacerlo! Porque nos sentimos fracasados, ya es muy tarde para empezar nuevamente. ¡Estamos cansados de conducir! – nos decimos - ¡Preferimos tirarnos a un costado del camino y echarnos a dormir hasta que alguien nos ayude a volver! Si no hacemos como el cuento del musulmán que se le muere el camello en el desierto y él se muere junto con el camello porque dice “Así Alá lo permitió, que sea la voluntad de Alá”, claro, no se dio cuenta que pasando la duna siguiente estaba el oasis. Así somos expresando siempre “¡Y... era del destino que pasara esto! ¡Estaba escrito!
Pero… ¿Quién escribe la historia de nuestras vidas? ¿No somos el producto de todas nuestras decisiones? ¿Voy a quedarme varado en el pasado, llorando mi presente y condenando mi futuro, o… voy a seguir…? Como dice la canción “¿Quién dijo que todo está perdido…?” La vida no termina después de cada fracaso, solo te presenta la oportunidad de un nuevo comienzo, y hasta quizás mucho mejor. No bajes los brazos, solo detente para renovar el aire y sigue adelante, hay muchos que esperan por ti, hay que volver a casa.
Por el contrario a las decisiones prácticas y lógicas de esta historia, en nuestras vidas manejamos otros tipos de procedimientos. Creo que nos hemos perdido en algún cruce, no hemos visto la señalización que nos indicaba por donde teníamos que ir y seguimos conduciendo hacia donde nos lleva el camino, aun cuando tenemos dudas de que sea el correcto.
El problema grave no radica en haberse perdido, aunque eso ya es bastante malo, sino en que ahora nos hemos quedado en medio de la ruta llorando las penas de los errores pasados y no sabemos cómo volver o lo que es peor ¡No queremos hacerlo! Porque nos sentimos fracasados, ya es muy tarde para empezar nuevamente. ¡Estamos cansados de conducir! – nos decimos - ¡Preferimos tirarnos a un costado del camino y echarnos a dormir hasta que alguien nos ayude a volver! Si no hacemos como el cuento del musulmán que se le muere el camello en el desierto y él se muere junto con el camello porque dice “Así Alá lo permitió, que sea la voluntad de Alá”, claro, no se dio cuenta que pasando la duna siguiente estaba el oasis. Así somos expresando siempre “¡Y... era del destino que pasara esto! ¡Estaba escrito!
Pero… ¿Quién escribe la historia de nuestras vidas? ¿No somos el producto de todas nuestras decisiones? ¿Voy a quedarme varado en el pasado, llorando mi presente y condenando mi futuro, o… voy a seguir…? Como dice la canción “¿Quién dijo que todo está perdido…?” La vida no termina después de cada fracaso, solo te presenta la oportunidad de un nuevo comienzo, y hasta quizás mucho mejor. No bajes los brazos, solo detente para renovar el aire y sigue adelante, hay muchos que esperan por ti, hay que volver a casa.
despues del comentario que te deje en la propuesta y el resumen de psicología que terminé hoy..... me quedé sin palabras y no se si hay alguna neurona conectada.... jaja.. ya mañana dejare algo por aqui... un saludito