Si, exacto, mi nombre no es Narciso. Sin embargo creo que si te levantas pensando en lo bueno que sería el mundo si hubiera más gente que piense como vos, quiere decir que tu valor respecto a ti mismo no es poca cosa, aunque otros no estén de acuerdo. Y es que… quien está enamorado de su propia persona, es muy probable que cuente con más posibilidades de amar a los demás. Si no ¿Qué valor vas a otorgar? ¿la porquería que crees que sos? No gracias, mejor guárdatelo, no lo quiero. ¡Ojo! No digo que es así, solo digo que es muy probable.
También es probable que esté dentro de nuestros valores innatos tratar de hacer el bien y demostrar que podemos hacer bien a la humanidad. Es lo que queremos que los demás vean ¿Y por qué sería malo esto? ¡Me gusta como soy! Y me gusta poder tener la capacidad de extender la mano a otro en problemas por más que parezca soberbio. Mi soberbia tiene que ver con mi valoración. La declaración de humildad ¿No encierra un dejo de soberbia acaso? Si es así, entonces prefiero ser un soberbio declarado con intenciones de querer que me vaya bien, y no solo a mí, sino también a vos, antes que un “humilde” resentido viviendo la solidaridad esforzada. En fin, por ahí se me agota el cerebro de escuchar la famosa frase “No me la creo”, porque si esa declaración llegará a ser cierta no me gustaría que fueras mi guardaespaldas.
Querido amigo: en el fondo muchos de nosotros tenemos algo de Narciso, y no me parece malo eso porque no podríamos querer a nuestro prójimo si no nos queremos a nosotros mismos. Hasta creo que el amarse nos hace personas más pensantes, con valores más fuertes, y hace que podamos saltar muchos de los obstáculos que se nos presentan a lo largo de la vida.
Ese famoso “yo” que está en los libros de Psicología y en algunos de Filosofía tiene que ser fuerte y esa fortaleza se la da el amor que cada uno tiene para dar y para quererse a sí mismo. Yo, y utilizando tu palabra, si es así soy soberbia, aprendí a serlo después de darme cuenta de que la vida es demasiado linda para rechazar hasta lo malo que nos presenta, esas pruebas que nos enseñan a ser mejores personas, y me siento muy bien cuando, a través de acciones puedo demostrar al otro que lo quiero.
Hay un dicho: Si yo no me quiero… ¿Quién me va a querer?