Este libro te desafiará a confrontarte, inevitablemente, con la realidad de tu actual estilo de vida cristiana. No quiere decir esto, que quien lo escribe ya tenga todas las respuestas a las distintas problemáticas que en él se plantean. Pero sí, son expuestas en cada uno de sus capítulos, líneas que nos llevarán a revisar algunos de nuestros presupuestos teológicos, sin dañar los fundamentos por los cuales creemos que el cristianismo es indestructible. No obstante, en algunos aspectos, ha perdido relevancia en varios sectores de nuestra sociedad y la autenticidad del mismo comienza a hacerse difusa y poco creible. La idea es replantearnos desde las bases mismas de la creación, el propósito original de Dios y retomar las partes que han quedado esparcidas por el camino a través de la historia. Completar el cuadro para vivir en el Todo de Dios y no conformanos sólamente con una parte, es hacia donde apunta este sencillo escrito.

Carmelo Trifiletti

En una postura autocrítica hacia el sector religioso, en el cual
me siento involucrado, debo expresar que las lentes que estamos
usando para mirar al mundo en este tiempo, vienen con un tipo de
cristal que no nos permite abarcar la visual del cuadro completo
que compone la humanidad, estos cristales están compartimentados
y nos muestran una sola cara de la moneda, haciendo que
contemplemos a las personas como que cada una de ellas están capacitadas
para arreglárselas solitas y que si por esas cosas de la vida
llegaran a necesitar algún “plus” espiritual, entonces allí podemos
entrar en el juego con el letrero en el pecho de “cristianos perfectos
dueños de la verdad”, a decirles cómo tienen que hacer las cosas
para ser felices y estar completos en la vida.
Creo que el tipo de iglesia que ofrece el cristiano a la sociedad
en estos tiempos, es una iglesia que ha compartimentado el enfoque
general del Creador de todas las cosas, y esto no sería problema si
no nos hubiéramos detenido en un solo departamento, relegando
la totalidad de lo que Dios significa para el universo en toda su plenitud.
A pocas personas les sirve un enfoque así para solucionar sus
problemas existenciales, que de hecho estoy seguro tenemos todos
detrás da cada rostro maquillado con la inevitable, pero bien usada,
crema de la hipocresía social.
La iglesia que estamos construyendo para este mundo en problemas,
no deja de ser una opción más, con la inextirpable realidad
que en vez de mejorar vidas, en varios casos, las terminamos arruinando
completamente. Porque de seguro, que a cualquier ser humano
cuando le matas la última posibilidad de creer en algo, lo
único que le queda por delante es un camino de supervivencia y
apego a una existencia insípida, que le deja el corazón vacío frente
a cada circunstancia adversa. Entonces, los cristianos, de ser portadores
de la vida pasamos a convertirnos en asesinos seriales de la
fe, con una justa y merecida sentencia de “cadena perpetua” por no
haber sabido discernir el mundo en el que vivimos y haber hecho
algo por él desde la poderosa perspectiva de Dios.